Lo que le dijo Paulino al Sr. Cifuentes
el otro día no tenía pase.-¿Que grite? Este Paulino está
"chalao". Poco puedo discutir eso de
cantar más o menos natural o lo que
haga o deje de hacer con la respiración, ¿Pero dar chillidos a
diestro y siniestro en vez de cantar?- La sola idea de gritar a lo
loco le desagradaba. Así que al día siguiente
se dirigió a su portero para
ver si le quedaban las cosas claras o convencerse de una vez por
todas que lo que su portero
pensaba no eran
más que tonterías.
Luis.-...Ayer me dejaste alucinado con
lo de gritar y cantar, Paulino. ¿De verdad piensas que se puede
cantar a gritos? Alucino.
Paulino esperaba ya esa discusión
imaginando perfectamente qué tipo de educación vocal había
recibido su vecino. Tampoco era
tan difícil: unas cuantas frases
hechas, citar a tal o cual cantante como modelo, le
dió la pauta en un instante. Está
muy feo encasillar, pero en esto del
canto la discusión gira siempre sobre lo mismo
y las referencias suelen ser similares.
Paulino.- No le hizo mucha gracia lo
que dije el otro día, ¿verdad?
Me lo imaginé, Sr. Cifuentes. Se lo voy
a explicar tocando dos puntos; por un lado lo
que nos enseñan y por otro, qué
debería ser cantar en la realidad. Mire:
Los profesores de canto en su mayoría
manejan argumentos muy simples, repetidos hasta la saciedad. También
yo he recibido esas enseñanzas. Te decían "No, no. Sin gritar.
El grito destroza la voz. Cubre, enmascara, protege tu voz" y te
lo ejemplarizaban con un grito desabrido "Aaaah" -aquí
dejamos a la imaginación del lector que elija entre gritos de
garganta, forzados o destemplados, todos ellos desagradables de
oír. Cualquier variante vale- Pero Sr. Cifuentes, ante dicho
ejemplo, el profesor siempre tendrá razón. Hay "gritares"
y "gritares" como "cantares" y "cantares",
¿me sigue?
Luis.- mmm...Sí....Ya.
Paulino.- (O sea, que no. Que me
lo voy a tener que trabajar mejor) Vayamos
al segundo punto; Queda claro que sólo tenemos dos cuerdas vocales
(que no son cuerdas, pero bueno) y que con ellas hacemos ruidos,
hablamos o cantamos. Tengamos ahora en cuenta, aunque sea muy obvio,
que hablamos para comunicarnos, y ,¿cómo tenemos dispuesto
nuestro cuerpo para el acto de la fonación y hacernos oír? Pues
la laringe, y los resonadores de las fosas nasales están dispuestos
de tal manera que podemos producir armónicos, es decir, sonidos
agudos, producto de la resonancia, cuyas frecuencias coinciden con el
umbral más sensible del oído humano. Por eso es molesto oír a
alguien con "pito" en la voz . Nos molesta y hasta
casi duele, pero...¿Por qué no pensamos un poco mas, o mejor aún,
por que no ponemos las cosas en su contexto? Llevamos miles de años
comunicándonos en un entorno distinto al que nos encontramos ahora.
Sólo tiene que irse al campo para comprobar cómo la gente habla de
otra manera. Hablan todos más alto, por la sencilla razón que se
encuentran más distantes unos de otros y al aire libre. Esos sonidos
agudos, que se transmiten a mayor distancia, son los necesarios para
comunicarnos. Eso explica que en nuestros tiempos modernos no
necesitemos hablar tan alto. Nos movemos en espacios cerrados y cada
vez más reducidos. Incluso la tecnología juega en contra de nuestra
impostación. No tenemos más que susurrar para que ser oídos al
teléfono. De hecho, la evolución de los micrófonos es un fenómeno
interesante. Primero, únicamente se recogían bien los sonidos
agudos, que favorecieron la popularidad de las grabaciones de
cantantes de ópera. Se tenía que cambiar la orquestación porque no
se oían los contrabajos.¡Incluso existen grabaciones tempranas de
chicos chillones que gritaban la venta callejera de periódicos!
etc...Recuerde cómo eran las voces de los actores en películas
antiguas o de los locutores del No-Do...Con el tiempo se fueron
grabando mejor los sonidos graves, menos molestos para ser
reproducidos en nuestros pequeños espacios, y ahora asistimos al
reinado de las voces que "abrazan" el micrófono con su voz
caída. Los dobladores susurran a un milímetro del micrófono, nunca
saturan porque su voz no tiene punta..¡Su sonido resulta tan
acariciante, tan sensual, tan erótico para mucha gente! Así no se
puede ni cantar ni hablar en un teatro. Hemos desviado el rumbo, Sr.
Cifuentes, y por eso no hay voces dramáticas hoy en día.