Conversaciones de portería entre un vecino y su portero acerca de la voz y el canto, su relación con la persona y su actitud, y otras extrañas ideas que el portero tiene

1g.- De la dificultad de no hacer nada

Recibir tanta información, aunque se refiera a “no hacer” aturde un poco, y así estaba el Sr. Cifuentes, aturdido y espeso. Buscaba las palabras que necesitaba para responder mientras rumiaba lo recibido, ajustando sus pasos a las nuevas reglas presentadas por el portero, y eso llevaba tiempo.
-Luis.- Bien…o sea…bien…así que si no haces nada… ¿Qué hay que hacer?… Qué hacemos para no hacer nada entonces, a ver.
A Paulino le gustó mucho esa pregunta deslavazada, ya que demostraba que el vecino estaba entrando en su planteamiento, permitiéndole así desarrollar más su idea.
-Paulino.- Buena pregunta, Sr. Cifuentes. Qué hacer para “no hacer”. Muy bien. Pues yo he encontrado lo siguiente:
Colocar nuestra espalda y cuello correctamente. Esto parece de nuevo obvio, pero si atendemos a una posición adecuada de nuestra espalda, si respetamos su curvatura natural, no nos esforzaremos en estar demasiado rectos, empecinándonos en cantar cual soldado en posición de “¡Firmes!” (Y se estira levantando el pecho todo tieso), tirando de músculos del pecho y abdomen, e impidiendo el correcto funcionamiento de nuestro sistema respiratorio. Nuestro camino para lograr la posición adecuada será únicamente el más natural y relajado.

-Luis.- ¿Pero cómo va a respirar bien uno si no se pone bien tieso? A ver si tengo que cantar como un gorila. (dice esto bajando los hombros mientras encorva su espalda)
-Paulino.- Relajarse no es abandonarse, ojo. Nada de hacer que nuestra columna parezca un palo tampoco. Hay que mantener la verticalidad sin que ningún músculo del tronco trabaje.
Mientras Luis busca su posición vertical natural, el portero prosigue.

Igualmente, la posición del cuello debe encontrarse en un lugar en que no haya tensión alguna ni bajando la cabeza (que es la posición más frecuente, sobre todo para aquellos que tratan de “buscar” sonidos más graves de los que su voz puede producir de forma natural) ni subiéndola (que es la posición en la que los principiantes “buscan” los tonos más agudos) y curiosamente, otros muchos creen a su vez que esto se puede evitar bajando la cabeza, pero no hacen más que caer en lo mismo. Y estoy hablando de movimientos milimétricos del cuello, que parecen grandes al cantante.
Ahora tenemos al Señor Cifuentes moviendo la cabeza un poquito hacia arriba y un poquito hacia abajo, cual ave zancuda.
-Luis.-…Mmm...Bueno, no sé. Ya le digo que si tengo mis reparos con el tema de abrir la boca, también lo tengo con esto…Siempre he tendido a colocar mi cabeza mirando hacia abajo…Lo tengo que probar cantando.
Paulino.- Por supuesto que esto hay que probarlo mientras se canta. Y sigo hablando de cosas a tener en cuenta a la hora de respirar.
No pensar en el aire al cantar. Sólo si dejamos de pensar, aunque sea una fracción de segundo: “hay que respirar” o “debo enviar más aire ahora”, “se me acaba el aire”… inmediatamente nuestro sistema de respiración automática, la natural e involuntaria, se desconectará y comenzaremos a utilizar nuestra defectuosa e imperfecta respiración voluntaria. Para conseguir no pensar en respirar, me concentro en varias cosas: En el texto que digo, y en el sentimiento que transmito. No tanto en cantar. Eso son cosas muy importantes que ya le contaré con más detalle.
Luis.- ¡Pues ya me contarás cómo se canta sin cantar!- Dijo el Sr. Cifuentes con voz socarrona – Pero venga, vamos a dejarlo en suspenso eso también, para que me puedas contar todo.
Paulino.- Bien, en otra ocasión hablarnos de eso.El exceso de aire en los pulmones es uno de los mayores enemigos del cantante...y del “hablante”. Si preguntamos a la mayoría de las personas que producen ruido en la voz al hablar, reconocerán que empujar aire en el acto del habla es un requisito necesario. Yo nunca me planteo esto. Ni siento cómo el aire pasa, ni si va siendo consumido, aunque de hecho ocurra.
El cantante debe aprender siempre de la voz hablada, que es su modelo. Pero ya le contaré más cosas al respecto, que estamos hablando ahora del aire.
Cuanto más fácil y mejor se hable o cante, menos percibirá uno que respira. Recuerde esos “días buenos” que todos hemos tenido cuando cantamos mejor y no sabemos en realidad qué hacemos pero todo sale…Piense, Sr. Cifuentes en esos días…a que siempre se dice: “¡Pero si no hago nada y todo me sale!”… Hay que aprender de esos días, en los que nuestro cuerpo y ánimo se encuentran en una rara conexión. Yo siempre llego al mismo punto, la misma conclusión: No hacer. Intento recrear esos días buenos de rara conjunción anímico-física en esa dirección, la inacción, intentando no suplir ese estado con esfuerzos como el resto de los cantantes.
Y lo más obvio de todo; estar convencido que no hay que hacer nada especial para cantar. Y esto es lo más difícil. Si una persona sigue estos planteamientos y realmente no los cree posibles, o no los entiende en su totalidad, no sólo no cantará bien, sino que además forzará su voz. Hay que tener la actitud correcta, la seguridad en lo que se hace para llevarlo a cabo. Esto será más complicado cuando mayor sea tu experiencia en “respirar con el diafragma” “empujar con el aire”, etc., mayor será también el esfuerzo que deberá hacer la mente para quitarse esas costumbres.
-Luis. – Vamos, ¿Que me está diciendo, que hay que tener fe en esto?
-Paulino.- Pues algo así, Sr. Cifuentes. Si se trata de llevar a cabo esta forma de hacer, de llevar a la práctica estas ideas, o confías en ellas o estás perdido. Porque si uno sigue empujando el aire fuerte y rápido contra una garganta no ensanchada y relajada y lo que es más, contra una cavidad pequeña con la boca ligeramente entreabierta, te harás daño, seguro.
O todo o nada. Este “sistema” que expongo no mejora el anterior. O se toma esta dirección, con todo lo que ello supone, o mejor dejarlo si se quiere aplicar a medias.